domingo, 12 de febrero de 2012

VOLUTAS DE RECUERDOS


Hoy me siento delante de esta hoja en blanco tratando de transmitir y compartir algunas de las sensaciones que me produce el disfrutar de una de esas pequeñas “obras de arte” que es como me gusta denominar a los habanos.

Ya he comentado en anteriores ocasiones que para mí disfrutar de un habano es mucho más que el simple hecho de encenderlo y saborearlo. Un habano es el momento de elegirlo, cuando decido que marca y vitola se ajusta a la situación, o cuando entro en la cava y me embeleso dejándome llamar por alguno de ellos. Es ese instante que empleo en contemplarlo, olerlo…

Es cuando me acomodo en el lugar adecuado, solo o acompañado, con un buen libro, con una música agradable… o simplemente sin nada, dispuesto solamente  a dejar volar el pensamiento envuelto en las volutas del humo de mi cigarro.

El habano es un compañero fiel, discreto, que nos transmite su calma, la misma calma que los vegueros han puesto durante su prolongada y paciente elaboración. Un compañero que nos invita a relajarnos, a pensar, a disfrutar del momento, sea cual sea; que en ocasiones nos despierta la nostalgia, y que en otras nos transmite  la alegría inherente a su tierra de origen.

Todos asociamos o identificamos esas sensaciones que nos traen los habanos con algunos momentos o situaciones más o menos concretas.

Para mí, en el momento actual, lejos de casa y de los míos, cada habano que enciendo es un refugio hecho de hojas de tabaco, que me trae recuerdos,  sensaciones, que me envuelven con su aroma y que se disipan poco a poco al igual que las hojas se van convirtiendo en grisáceos rodales de ceniza.

 
Porque uno de los mayores vínculos que me mantienen cerca de lo que he dejado atrás por un tiempo son los momentos en los que busco un lugar tranquilo, me siento y disfruto de mi cigarro y de todo lo que lo rodea, que no se limita solo a su magnífico aroma y sabor. Junto con ambos vienen recuerdos de  esos momentos  en casa llenos siempre de felicidad y alegría,  y casi sintiéndolos con cada bocanada, paso el tiempo lejos de aquí, junto a quienes me mas quiero y me animan a seguir adelante cada día.

Y aunque a quien no esté familiarizado con este mundo, esto pueda haberle sonado extraño, estoy seguro que los que habitualmente dedican unos minutos a seguir estas líneas entienden perfectamente de lo que hablo, saben lo que es capaz de transmitirnos un habano y seguro habrán experimentado sensaciones parecidas.

Una vez más, compartir estas experiencias fue todo un placer.

martes, 7 de febrero de 2012

SIMPLICIDAD CON TOQUE ORIENTAL

No siempre, en los platos o propuestas más elaboradas encontramos la excelencia, y por ello, en esta ocasión,  mi propuesta  es una opción simple, original y fruto, todo hay que decirlo, de la más pura improvisación.
Había comprado unos filetes de atún fresco, de un aspecto delicioso. Pero no me había planteado la forma de prepararlos. Hacerlos a la plancha sin más era lo más socorrido y el resultado estaba asegurado.

Pero me decidí a buscar un toque original pero sin grandes complicaciones; tampoco había mucha opción a ello porque solo disponía de lo que ya había en casa, así que como en otras ocasiones, abrí el frigorífico y contemplé durante unos segundo su interior esperando “iluminarme”. Pero no hallé nada que me motivara.
De ese modo, por ir avanzando, opté por trocear los filetes en pequeños “taquitos”, a la vez que pensaba que hacer con ellos, y así me vino a la cabeza la idea que me dispongo a compartir con todos ustedes.
Una vez troceados los filetes, hice lo propio con un par de dientes de ajo.
Puse una sartén a calentar con un poco de aceite de oliva, y cuanto esta tomó temperatura, incorporé los tacos de atún para que se doraran ligeramente, procurando dejarlos “al punto”.
A la vez, en una sartén pequeña añadí un par de cucharadas pequeñas de aceite y añadí los ajos muy bien troceados. Cuando estos empezaron a dorarse, los regué con una cantidad abundante de salsa Teriyaki, baje un poco el fuego y lo dejé reducir.
En un plato coloqué como base unas hojas de endivia, y sobre estas, fui poniendo cuidadosamente los taquitos de atún. Los regué con la salsa a base de ajo y salsa Teriyaki le añadí un poco de sal Maldon. Y ya estaba todo listo.
                                                  
Como puede comprobarse un plato improvisado, rápido y pueden creerme, realmente suculento, les recomiendo que no dejen de probarlo, será como siempre, todo un placer.