miércoles, 29 de agosto de 2012

DE RECETAS. LOMO DE CERDO A LA HORTELANA


En esta ocasión me asomo a este espacio para proponer una receta propia, bastante sencilla de elaborar y muy sabrosa.
Para su elaboración utilicé un lomo de cerdo, pero en anteriores ocasiones he usado pollo o incluso  ternera, por lo que se nos abre el abanico de posibilidades a la hora de atrevernos con este plato.
Como ingredientes usé, como ya he apuntado, un lomo de cerdo de aproximadamente 1kg, un pimiento rojo, una cebolla, dos zanahorias, tres champiñones cortados en láminas, medio vasito de vino dulce ( en mi caso pedro ximénez, he de confesar que lo mío con este vino a la hora de cocinar se puede calificar de adicción ), tres cucharadas de vinagre de módena, pimienta negra, sal , aceite de oliva y vino blanco.
En primer lugar ponemos cuatro cucharadas de aceite de oliva a calentar en una cacerola de tamaño adecuado al lomo. Realizamos dos o tres cortes profundos en el lomo y lo ponemos a dorar.
                                                     
Al mismo tiempo cortamos toda la verdura en daditos y la ponemos a pochar a fuego lento en una sartén con tres cucharadas de aceite de oliva. Yo, particularmente siempre pongo en primer lugar los pimientos, pues estos tardan más en cocinarse, después añado los champiñones y por último la cebolla.
Es importante que se poche muy poco a poco.
Un vez que veamos que está toda la verdura blanda, y la cebolla transparente, le añadimos  el pedro ximénez y dejamos reducir lentamente.
                                                                                          
Mientras tanto, pelamos cuatro dientes de ajo, los aplastamos con el dorso del cuchillo y los incorporamos a la cacerola con el lomo.
Cortamos las zanahorias en rodajas finas y hacemos lo mismo que con los dientes de ajo. Salpimentamos y dejamos seguir dorando siempre a fuego muy lento.
Volvemos a la sartén con las verduras. Incorporamos ahora el vinagre de Módena y dejamos seguir reduciendo unos diez minutos.
Cuando los ajos y la zanahoria estén dorados añadimos a la cacerola con el lomo tres vasos de vino blanco, tapamos y dejamos cocer durante unos quince minutos.
                                                                                     
Durante esos quince minutos retiramos las verduras y las pasamos todas por la batidora cuidando que quede un puré lo más fino posible.
Cuando haya pasado el tiempo marcado incorporamos el puré a la cacerola con el lomo, mezclamos bien y dejamos que se haga todo unos cuatro o cinco minutos más. 

Y ya está. Ya tenemos listo nuestro plato.
                                                       
Para acompañar, sugiero por ejemplo unos pimientos de Padrón, y por supuesto un buen vino que dejo a la elección de todos ustedes, afortunadamente en cualquier rincón de nuestro país encontraremos un caldo adecuado para esta receta. Espero que se animen a probarla, será todo un placer.

miércoles, 15 de agosto de 2012

UNA NOCHE DE AGOSTO


Hace algunos años, bueno, para ser completamente sincero, algo más que algunos, circunstancias de la vida me llevaron a trasladarme junto con mis padres a Málaga. Y al año de estar allí, comenzamos a pasar los veranos en un lugar, que para mi, por aquel entonces, era como cualquier otro, pero que con el tiempo se ha convertido en mi verdadero santuario, un lugar en el que se han gestado los momentos más importantes de mi vida, donde conocí a la que hoy es mi mujer, lugar al que he regresado año tras año sin faltar ni uno solo, y lugar al que sueño con retirarme cuando me llegue el momento.

Pero ese lugar será objeto de un próximo artículo. Hoy quiero centrarme en las sensaciones que me transmitió un cigarro recomendado por un compañero de blogs y afición.

Cigarro que pude degustar en ese maravilloso lugar que acabo de introducir, en la tranquilidad de una preciosa noche de agosto, contemplando el Mediterráneo y acompañándolo con un Gin Tónic.


El cigarro en cuestión es un Casa Magna Robusto Colorado, cigarro de origen nicaragüense, con una longitud de 140mm y un cepo 52.

Su aspecto es el de un cigarro muy bien elaborado, con una bonita capa colorada oscura, algo aceitosa y de tacto ligeramente esponjoso. Es, en mi opinión de esos cigarros cuyo aspecto nos invita ya a degustarlo, cosa que no ocurre con todos.

Otro aspecto a destacar es su vistosa y elegante anilla.

En frio nos trae olores con cuero muy marcado con recuerdos a café y alguna nota especiada.

El corte fue realizado sin problemas con un cortapuros de doble hoja, y el encendido con un encendedor torch de doble llama.

Desde el primer momento nos desvela un tiro muy correcto, y las primeras bocanadas se muestran muy suaves y agradables.

En su primer tercio las bocanadas progresan en sabor y amplitud, dejándonos un sabor muy marcado a tabaco, con unas leves notas vegetales y apareciendo esas notas de cuero que apreciábamos en su aroma en frio. El aroma es muy agradable, quedándonos al final un leve posgusto amargo.

La combustión fue casi perfecta, necesitando solo una leve rectificación.

Ya al final del primer tercio, y comienzos del segundo la fortaleza se incrementa sensiblemente, pero sin pasar de lo que yo consideraría media o media fuerte, marcándose mucho más el sabor a tabaco y volviéndose un cigarro mucho más cremoso, con pequeñas notas pasteleras y de cacao.

                                    

Los minutos iban pasando y poco a poco el cigarro iba dejándome toda su esencia, haciéndome disfrutar del momento, de la suave música que me acompañaba y del sonido de las olas al romper en una noche en la que el Mediterráneo se agitaba en la costa malagueña con un leve temporal de poniente.
El momento no pudo ser más completo, y alcanzando el tercer tercio no aprecié cambios en el cigarro, sino una reafirmación de todos los sabores ya percibidos y un levísimo incremento de la fortaleza, dejándome la sensación de un cigarro redondo, tan redondo como el momento del que disfruté en este sencillo pero privilegiado enclave.
Sin duda un compañero con el que compartiré más de un rato de aquí en adelante. Como siempre, todo un placer.


domingo, 12 de agosto de 2012

EL PLACER DE LO SENCILLO


En más de una ocasión he hablado o realizado algún comentario sobre lo que yo llamo “mi refugio”, aunque alguien en ocasiones lo califica como “mi cueva”. Pero dejando a un lado el cómo lo llamemos, lo cierto es que todos tenemos un lugar que es especial en cierto modo. Un lugar en el que nos sentimos particularmente cómodos, en el que nos gusta sentarnos a disfrutar de lo que más nos gusta, a pensar… o simplemente a dejar pasar el tiempo relajándonos.

No importa como sea su aspecto, como esté decorado, lo grande que sea… lo importante es cómo nos sentimos cuando estamos en ese lugar.  Puede ser un viejo sillón en una esquina de nuestro salón, una pequeña biblioteca o despacho… y en mi caso, es mi terraza.

No es que sea muy grande ni espectacular, pero tiene algo que lo considero todo un lujo, y es que puedo disfrutarla prácticamente todos los días del año. Ventajas de vivir en un lugar con un clima privilegiado. Pero como ya he apuntando, lo importante no es como sea, sino las sensaciones y experiencias que me proporciona “retirarme” a ese lugar.

Lugar que por fin, después de casi nueve años he podido reformar tratando de hacerlo más acogedor. Pero aun durante ese proceso de reforma, y entre polvo, ladrillos, pintura y latas, he seguido disfrutando de ella. No he necesitado más que una silla de plástico, una lata de pintura empleada como mesa improvisada, un palé donde apoyar una lámpara con su solitaria bombilla al aire y, por supuesto, la compañía de mi mujer.

Ah, y como no, un buen cigarro que disfrutar mientras hablábamos o me sumergía en una interesante lectura, como no, otra de mis pasiones.

Nuestro momento preferido es al anochecer, cuando la temperatura es algo más que agradable y podemos disfrutar de una rato de tranquilidad.

Un cigarro muy recurrente para esos momentos, por tamaño y características ha sido el Macanudo 1968 Titán. Una de mis incursiones en el mundo de los cigarros no originarios de Cuba. Y como compañera, ideal por su cuerpo, sabor, y perfecta para las temperaturas de esta época del año, una Alhambra 1925 bien fría.


Es este un cigarro cuyo aspecto impone. Con una longitud de 102mm y un cepo 60 su porte es muy diferente de los cigarros más habituales, provisto además de una bonita capa color colorado oscuro.

Su aroma en frio nos proporciona notas muy profundas a cuero y cacao. A la hora del corte y el encendido, y dado el cepo, mi recomendación sería emplear un cortapuros del tipo tijera y un encendedor torch.  Al menos fue así como yo lo hice y no tuve ningún problema.
                                                                               
Prácticamente desde la primera bocanada, estas son muy amplias y sabrosas, con un intenso sabor a tabaco, notas tostadas y cacao.

Por el contrario de lo que pudiera parecer, su fortaleza podemos considerarla, al menos durante lo dos primeros tercios, entre media y media-alta

Como es lógico en un cigarro de sus características, el tiro es excelente durante toda la fumada, y la combustión bastante pareja y buena.

Es un cigarro bastante lineal en sabores y sensaciones, que acaba dejándonos ciertas notas picantes y algún que otro recuerdo tostado muy al final de la fumada, pero que mantiene durante permanente ese sabor a tabaco y a cacao intensos.

Probablemente no sea un cigarro muy popular, pero que puedo recomendar sin temor a equivocarme a los amantes de las sensaciones más intensas.

Un buen compañero para esos momentos de descanso en “mi refugio” que ya sea en su aspecto anterior, ahora en mitad de la obra, o cuando esta haya acabado, será testigo de momentos realmente placenteros e inigualables.

Y todos serán, como siempre, todo un placer.