martes, 22 de octubre de 2013

COLORES DE OTOÑO


Poco a poco nos vamos haciendo a nuestro nuevo hogar, y poco a poco también comenzamos a descubrir rincones y sensaciones. Aquí las estaciones son mucho más marcadas, y el otoño ha llegado con todo su esplendor de colores ocres y anaranjados levemente fundidos con el poco verde que nos recuerda que una vez hubo verano…

Las temperaturas son mucho más frescas de lo que estamos acostumbrados, pero aun así son agradables y contribuyen a aumentar el encanto. Así cuando tenemos la fortuna de ver el sol, y digo fortuna porque ya comienza a ser una excepción, un paseo por la Promenade o junto al lago Aase son una experiencia de lo más agradable.
Así que el pasado sábado no se nos ocurrió mejor plan que un paseo sin ir a ninguna parte, solo por el mero placer de pasear bajo los majestuosos arboles que día día van alfombrando el suelo con sus hojas.
 

Caminando llegamos hasta el lago que he mencionado antes y allí nos detuvimos un buen rato disfrutando de la vista.  Hasta que decidimos regresar a casa con la sana intención de sentarnos frente a un espléndido risotto con setas.











Y fue después de la comida, receta que prometo compartir en breve, pues fue todo un acierto, cuando me senté en mi pequeño rinconcito  simplemente a contemplar esos colores tan impresionantes mientras degustaba un cigarro que puedo decir con mayúsculas es una auténtica obra de arte.

Se trató en esta ocasión de un Cohiba Pirámides Extra, que para más inri, llevaba casi un año esperándome en mi humidor, pues tengo la manía de comprar algunos cigarros y dejarlos reposar un buen tiempo esperando al momento adecuado.
 
 

La planta del cigarro es simple y llanamente bonita, con su anilla con toques dorados, su capa carmelita clara y su excelente tacto.

Su vitola de galera es Pirámides Extra, y sus medidas  160mm con un cepo 54.

Sabía que tenía por delante casi hora y media de disfrute y no me equivoque.

Para el corte empele un cortapuros de doble hoja que por otro lado son siempre los mas adecuados bajo mi punto de vista para los cigarros figurados como este.

El encendido lo efectué con un encendedor de mesa tipo torch.

El cepo del cigarro colaboró en que las bocanadas, desde el primer momento, fueran muy amplias, y a que el tiro fuera perfecto durante toda la fumada.
 

La fortaleza fue evolucionando muy gradualmente de débil a media o media fuerte ya al final de tercer tercio, y los sabores que fue dejándome simplemente espectaculares. Sabores muy equilibrados, nada marcados, suaves y melosos con recuerdos a tostados que se mantuvieron durante los tres tercios y a los que se unieron algún toque especiado en el segundo, pero siempre con un leve gusto dulzón.
 
 

Toda una explosión muy lograda de sabores que me proporcionó casi una hora y veinte minutos de deleite. Y así mientras me envolvía y recreaba con el espléndido aroma de un cigarro espectacular la tarde fue dando paso a los contraluces del anochecer apagando el día al tiempo que se consumía el cigarro.
Realmente, todo un placer


 

sábado, 12 de octubre de 2013

SENCILLEZ COTIDIANA


Como ya he apuntado en más de una ocasión muchas veces nos obcecamos, y yo el primero, a la hora de elegir un plato, buscando opciones muy elaboradas, originales, complicadas… buscando en la originalidad o dificultad el éxito.

Pero muy frecuentemente es en las elaboraciones más simples y sencillas en platos de lo más cotidiano en las que encontramos aquello que buscamos. Y eso es precisamente lo que me ha ocurrido hoy.

No tenía muy claro el menú, y después de darle alguna vuelta que otra y a sugerencia de mi familia nos decantamos por un pollo asado.

Así de primeras parecía que la cosa no tenía muchas opciones, pero decidido a darle algún toque diferente me puse a la tarea.

En primer lugar me ocupe de limpiar el pollo, retirándole toda la piel. Lo coloque en una bandeja de horno y lo regué generosamente con aceite de oliva.

Pelé cuatro dientes de ajo, los aplaste con el cuchillo y los coloque junto con el pollo.

Después, un poco de salsa Worcester me sirvió para “alegrarlo”, y como toque final le añadí medio vaso de vino blanco y un vaso más que generoso de Oporto.

Solo restaba añadir sal y jugar con el horno.

Esperé a que estuviera a 100º y deje que el pollo se hiciera lentamente a esa temperatura unos veinte minutos. Lo regué con su propia salsa y elevé la temperatura a 150º, dejándolo así otros cuarenta minutos más dándole la vuelta justo a mitad de cocción.

Pasado ese tiempo volví  a dar la vuelta al pollo, subí la temperatura a los 200º y lo dejé unos  cinco minutos más para que se dorara. Y eso fue todo. Sencillo y rápido, pero con un resultado espectacular.

Para rematar preparé un fondo de patatas fritas y sobre este coloqué el pollo, sirviendo la salsa en un cuenco a parte para evitar que esta empapara las patatas.

Como he dicho al principio una opción fácil y  cómoda pero que nos dio una gran satisfacción por su resultado y que animo a probar. 

Como es habitual después de la comida llegó la sobremesa, que me trajo un momento muy agradable en compañía de un cigarro que últimamente se ha convertido en un imprescindible de mi humidor, un Bolivar Royal Coronas Tubos que me proporcionó una fumada de casi una hora llena de sensaciones, pero esa es otra historia…
 

Como de costumbre, todo un placer.