jueves, 18 de diciembre de 2014

NOTAS, HUMO Y LETRAS


Vuelvo hoy a escribir sobre uno de esos momentos sencillos pero irrepetibles. Y como no, momento en el que me ha acompañado un cigarro, en este caso, he de decir, de los más bonitos del vitolario.

Pero antes quisiera hacer un comentario. Han sido varias las personas que me han preguntado cómo es que todas mis reseñas son siempre positivas, como es que nunca tengo un pero o una mala opinión sobre un cigarro, un destilado, un restaurante o un lugar de los que visito.

La respuesta es bien sencilla, en ningún caso pretendo arrogarme el papel de crítico, creo que ya hay demasiados ejerciendo esa labor, y por otro lado, si lo hiciera, este espacio dejaría de ser lo que es, un lugar donde compartir mis experiencias, mis buenos momentos, mis sensaciones en torno al mundo del habano o la gastronomía con la única finalidad de despertar buenas inquietudes en aquel que se asome a esta pequeña ventana al mundo de los pequeños placeres.

Y dicho esto, vamos al tema que nos ocupa hoy.

Después de una semana bastante movidita, podríamos decir, por diversos motivos, llegó el momento del relax y el disfrute. Y para ello decidí dedicar la tarde a nada menos que tres de mis aficiones, y simultáneamente. Para la primera, que como es evidente son los habanos, escogí un cigarro, como ya he dicho antes, realmente bonito. Un Cuaba Exclusivos. El momento lo completé con un buen libro histórico, centrado en la batalla de Alarcos, y como colofón, por aquello de mi reciente estancia en Viena, con las notas de la Sinfonía nº1 de Mozart.

Era evidente que semejante combinación no podía fallar, y no lo hizo.

El cigarro es un doble figurado con una capa colorada suave y de aspecto ligeramente aceitosa. Tiene una longitud de 145mm y un cepo 46. Su vitola de galera es Exquisitos. Y desde luego el cigarro hace honor a esta denominación.

El encendido en este tipo de cigarros no ofrece dificultad alguna, si bien hemos de ser extremadamente cuidadosos a la hora del corte para lograr una combustión pareja durante toda la fumada.

Desde el primer momento, sus bocanadas se mostraron amplias, untuosas y sabrosas. Revelando así mismo desde ese instante sus características de cigarro muy aromático.

Encuentro desde el principio tonos muy melosos, combinados con profundos recuerdos vegetales y algunas notas de madera y pimienta. Es un cigarro con una fortaleza aceptable.

El momento está siendo tal y como esperaba, la lectura me tiene totalmente absorto, y las notas de la  suave banda sonora que me acompaña parecen elevarse cabalgando sobre las  volutas del humo de mi cigarro.

El cigarro evoluciona de un modo espectacular, y mientras la lectura me traslada a los tiempos en los que la derrota en Alarcos dejó tal huella en el rey Alfonso VIII que  marcó el camino de la victoria en las Navas de Tolosa, percibo más persistente la madera, el sabor a tabaco, ciertas puntas ahumadas y dulces que me traen recuerdos a regaliz.

La fortaleza del cigarro se hace palpable según voy avanzando por su último tercio, no ha sido necesario maridaje alguno, solo un humilde vaso de agua para aclarar de vez en cuando las papilas, y poco a poco voy siendo consciente de que tan especial momento de deleite se acaba, pero dejándome la firme convicción de que acabo de descubrir a otro de los imprescindibles en mi humidor.

Una vez más puedo decir sin lugar a dudas que ha sido un momento que ha sido todo un placer.

domingo, 23 de noviembre de 2014

UNA OPORTUNIDAD UNICA


Por fin tengo la posibilidad de sentarme de nuevo ante una hoja en blanco para compartir una de esas experiencias que sería del todo injusto quedársela para uno mismo.

Motivos profesionales me han llevado a pasar dos semanas en una de las capitales europeas más bellas y emblemáticas, y no me equivoco al decir que he encontrado uno de esos lugares que te cautivan y llenan de un modo muy especial. La ciudad en cuestión no es otra que Viena, la capital austríaca.

Y  el hecho de haber tenido la posibilidad de “vivir” la ciudad, no de visitarla con meros fines turísticos, me ha dado una visión muy particular y completa de ella, convirtiendo mi estancia en toda una experiencia.

Lo primero que me viene a la mente, lo primero que me nace expresar, es que es una ciudad que te enamora y atrapa, no sólo por la belleza de sus calles e innumerables palacios y edificios señoriales, sino por su ambiente.

Es Viena una ciudad para ser “andada”. Para disfrutarla hay que recorrerla a pie, perderse por sus calles, sus cuidados e impresionantes parques  y saborearla lentamente. Y cuenta con la gran ventaja de que es extremadamente cómoda para ello. Dispone también de una excelente red de transporte público, con autobús, metro y tranvía, pero que, a pesar de todo, recomiendo olvidar y como he mencionado dejarnos llevar por nuestros propios pasos.

No quiero convertir estas líneas en un listado de monumentos y lugares que cualquier guía turística nos expondrá sin lugar a dudas con más detalle del que pueda hacerlo yo, pero si quiero mencionar los lugares que a mí personalmente me han llenado de un modo especial.

En primer lugar quiero hacer mención a su maravillosa catedral, Stephansdom, de estilo gótico y que se comenzó a construir en el siglo XII, lugar que considero de visita obligada.
                                                                    

No muy lejos de esta, a escasos 150m encontramos una pequeña iglesia, la iglesia Rectoral de San Pedro, una auténtica belleza barroca, que data del siglo XVIII, que nos ofrece no sólo la oportunidad de contemplar sus maravillas, sino que además tiene una oferta  muy interesante, ofreciendo conciertos de música sacra en la misma iglesia casi a diario, así como conciertos de música clásica en su cripta. La visita a este lugar fue uno de los momentos sin duda más especiales de mi estancia en la ciudad, visita que repetí en varias ocasiones durante la misma.

Y aquí quiero hacer mención a la inmensa oferta cultural de la ciudad, entre la cual quiero destacar su Museo de Historia del Arte o Kunsthistorisches Museum, situado muy cerca del palacio imperial.

Las colecciones griega, romana o egipcia son impresionantes, al igual que el interior del edificio en sí. Su pinacoteca me atrevo a decir que es de visita obligada, y tuve la inmensa suerte de coincidir con una exposición dedicada a uno de nuestros grandes, Velázquez, pudiendo contemplar en la misma obras que, en muy pocas ocasiones por no decir nunca, se tiene la oportunidad de admirar juntas, obras entre las que me impresionó de manera especial la Venus del espejo.
                                                                 

Como ya he comentado, la ciudad invita a pasear, y a eso me dediqué después de las mencionadas visitas, admirando sus calles y empapándome de su vida, pues es Viena una ciudad con una gran vida en la calle, llena de cafés, alguno tan emblemático como el Café Central, y algo muy importante para los amantes de los habanos como yo, una de las pocas ciudades europeas donde aún se permite fumar en algunos locales. No obstante, si el tiempo acompaña, tenemos gran cantidad de terrazas en las que sentarnos a disfrutar de un habano y de alguna de las diferentes variantes de café típicas,  al tiempo que contemplamos esa agradable vitalidad que desprende Viena, sobre todo al caer la noche cuando todas esas terrazas se llenan.

Ese fue exactamente mi caso, y como el lector puede imaginarse es algo que no perdí la oportunidad de hacer en varias ocasiones, al tiempo que preparaba estas líneas y alguna cata que en breve llegará a este espacio.

No pude tampoco dejar de visitar alguna de las famosas pastelerías donde hacen de modo artesanal ese otro emblema de la ciudad que es la tentadora tarta Sacher.

Es especialmente atractivo perderse al atardecer por las calles del centro y descubrir la gran cantidad de pasajes y galerías semiescondidos entre los impresionantes edificios donde podemos encontrar desde tiendas de antigüedades hasta los más recomendables restaurantes  y pequeños locales donde degustar una copa de vino en un ambiente inigualable.

Un experiencia realmente inolvidable y del todo recomendable, sencillamente y una vez más, todo un placer.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

DE RECETAS. EXPERIENCIA ORIENTAL


Hoy vuelvo a este espacio para, recomendar una receta digamos que… no muy habitual. Bueno, o al menos para mí no lo era.
Últimamente he comenzado a  atreverme con la cocina japonesa. La opción me parecía interesante, y siempre me ha gustado probar sabores nuevos.
Y para dar esos primero pasos nada mejor que la sopa miso. Esta era una opción ideal tanto por la facilidad del mismo como por la gran variedad de opciones que ofrece.

En mi caso, para prepararla use, 1 litro de caldo de verduras,  pasta de miso, tres cebolletas, una zanahoria, 1o0gr de setas shiitake, 30gr de alga wakame, tofu blanco  y unos tallarines finos elaborados con pasta de arroz. Así mismo también necesitamos salsa de soja y mirin (vino de arroz).
Lo primero es poner las algas en agua, así se van hidratando mientras preparamos el resto de ingredientes.
Cortamos la zanahoria muy fina y la cebolleta y las ponemos a rehogar en una sartén.
Mientras tanto calentamos el caldo de verduras y sin dejarlo hervir, esto es un dato muy importante, pues de lo contrario la pasta miso pierde gran parte de sus propiedades, diluimos en el dos cucharadas de miso.
Troceamos las setas y el tofu y los incorporamos a la sartén. Les damos unas vueltas junto con las verduras  y le añadimos dos cucharadas de soja, una de mirin, una de agua y dejamos reducir un par de minutos.
Incorporamos el contenido de la sartén al caldo de verduras y añadimos las algas y los tallarines ( como he comentado antes hay muchas variedades, y los tallarines pueden obviarse, es ya cuestión de gustos, del mismo modo que tenemos decenas de opciones a la hora de elegir estos ). Dejamos calentar a fuego suave hasta que los tallarines alcancen su punto y ya estamos listos para disfrutar de un plato con sabores diferentes, muy nutritivo y sano y como puede verse muy sencillo de elaborar. Animo a todos a probarla, será todo un placer.

domingo, 19 de octubre de 2014

CAMBIO DE PLANES


Hace tiempo que quería hacer protagonista de este espacio a un cigarro que a pesar de no llevar demasiado tiempo en nuestros estancos, se ha convertido, en mi opinión, en todo un clásico, permanente huésped de mi humidor, y que así mismo ha dado lugar a toda una serie de cigarros a cual mejor. Me refiero al Montecristo Edmundo.

Pero tal y como reflejo en el título, y fruto de mi visita semanal al estanco, he decidido cambiar de planes.

Cuando entre en la cava estaba dispuesto a adquirir varias unidades del Edmundo para poder realizar la cata correspondiente, pero estaba observando las estanterías dedicadas a la marca cuando me encontré con una sorpresa. En una caja vacía quedaba un solitario Montecristo 520 Edición Limitada 2012. Hacía tiempo que no los veía, y en su día solo tuve la oportunidad de probar un par de unidades. Así que no me lo pensé. No se cuando volveré a tener la oportunidad de hacerme con alguno de ellos, y era tan bueno el recuerdo que me dejaron que en ese mismo momento decidí posponer la reseña sobre el Edmundo y cederle el espacio a este magnífico cigarro.

 

El 520 es un cigarro de esos que califico de imponentes a la vista, cuya planta nos empieza a sugerir que nos encontramos ante uno de los grandes. Bonito, elegante… que nos recuerda enormemente al Montecristo Sublime, y eso es ya un punto a su favor.

Tiene una longitud de 155mm y un cepo 55. Su vitola de galera es Maravillas Nº 3.

En frio nos proporciona aromas muy intensos de tabaco y madera, con ligeros recuerdos a café y tostados, quizá algunas notas de cacao.

La unidad en cuestión estaba perfectamente conservada, y el tacto era firme y esponjoso, demostrándonos una considerable cantidad de tabaco.

El corte lo efectué con cortapuros de doble hoja, y el encendido con un encendedor torch de triple llama.

Desde el inicio de la fumada es muy intensa y agradable, y su cepo nos facilita enormemente esta proporcionándonos un gran tiro.

La fortaleza del primer tercio la calificaría de suave, toda una sorpresa, desde el primer momento los sabores que apreciamos son la materialización de los armos percibidos en frio.

Según vamos avanzando comenzamos a apreciar más la madera, y comienzo a tener esa sensación de que por mucho que dure la fumada, siempre me sabrá a poco.
Ya en el segundo tercio, las bocanadas, amplias, sabrosas y untuosas nos llenan la boca con la madera, las notas de café y cacao amargo y puntas con recuerdos a heno y tostados. La fortaleza aumenta levemente y el aroma lo inunda todo. Es un cigarro muy aromático.

Iniciamos el tercer tercio con tristeza, tristeza de que este magnífico habano se aproxima a su final. Y durante ese último tramo su fortaleza aumenta sensiblemente, del mismo modo en que todos los sabores se intensifican haciéndome disfrutar increíblemente.

Y tras casi hora y media de disfrute la fumada toca a su fin, dejándome la sensación de haber saboreado uno de los grandes. Un cigarro que sin lugar a dudas está a la altura de los mejores. Un cigarro que degustarlo es todo un placer.

domingo, 28 de septiembre de 2014

DE MARIDAJES. MELODÍA DE SENSACIONES


Es el mundo de los maridajes un mundo podríamos decir complejo, complicado y tremendamente subjetivo. Esto último lo he comentado ya varias veces, es entrar de lleno en los gustos personales, sujeto a ciertas normas o reglas básicas pero no deja de ser un terreno de percepciones individuales.

Y en esta ocasión traigo a este espacio una propuesta de maridaje que me ha costado bastante tiempo lograr.

Hace ya algunos meses recibí un regalo de esos que harían las maravillas de cualquier aficionado a este mundillo.  Se trataba de una botella de un ron poco conocido ( al menos para mi hasta ese momento ), pero muy especial. Un ron originario de Panamá. Un  Malecón reserva de 21 años.

Su aspecto era de lo más sugerente, y nada más tenerlo en mis manos comenzó la búsqueda de el maridaje ideal.

Presenta a la vista un color ámbar oscuro muy bonito, y en nariz es muy intenso,  dejándonos  notas frutales con recuerdos a vainilla, café, un leve toque de toffe y una madera muy pronunciada.

En boca es muy suave y agradable, con esos mismos recuerdos frutales y de vainilla, notas leves a café y un final muy largo y sabroso.

La búsqueda del maridaje ideal se ha prolongado varias semanas, y hube de probar no pocas combinaciones con habanos de diferentes marcas y vitolas.

He de decir que varios de ellos me parecieron muy correctos, pero no fue hasta hace unos días que encontré el compañero, para mi perfecto, a tan singular destilado. No quiero decir con esto que las combinaciones probadas no fueran de mi agrado, pero cuando buscamos un maridaje buscamos que sea algo especial, que nos diga algo diferente, y esa harmonía apareció cuando el cigarro elegido fue otro de los inquilinos habituales de mi humidor. Un Romeo y Julieta Wide Churchill.

Este cigarro, de aspecto recio y contundente tiene una vitola de galera denominada Montesco, con una longitud de 130mm y un cepo 55.

Su gran cepo nos garantiza un tiro excelente desde el primer momento, y unas bocanadas amplias y sabrosas.

En frio tiene un marcado olor a tabaco y madera, algo muy característico de la marca.

Es así mismo un cigarro muy lineal en toda la fumada, manteniendo durante toda ella los sabores con recuerdos a madera, algo de café y a frutos secos, haciéndose estos más intensos según vamos evolucionando de un tercio al siguiente.

La suavidad de los sabores del cigarro se acompasan poco a poco con la vainilla del ron, y si bien durante el primer tercio es este el que predomina, cuando alcanzamos el segundo tercio del cigarro, donde este comienza a ganar en fortaleza e intensidad ambos empiezan a combinar como si de dos melodías acompasadas se tratara, alcanzando esa armonía que antes he mencionado.

Ya en el tercer tercio, cuando el cigarro se vuelve más untuoso y aterciopelado en boca la sensación que tenemos al combinarlo con el destilado es la de una sola melodía de sabores y sensaciones que nos llena de satisfacción.

Ha sido una búsqueda más larga de lo esperado pero que sin duda ha merecido la pena por el resultado y que animo a probar y disfrutar. Un maridaje que una vez más fue todo un placer.

sábado, 23 de agosto de 2014

UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE


El verano toca a su fin. Y es momento de mirar hacia atrás, recordar los momentos disfrutados, los lugares que hemos visitado y saborear de un modo más sosegado las experiencias vividas.
Y es por ello que quiero hacer mención aquí a un lugar de esos que te llenan, que dejan huella y a los que sabes que regresarás.
Seguramente cada uno de nosotros tenemos un diferente concepto de lo que es el verdadero lujo, pero algo en lo que creo que coincidimos la mayoría es en que el lujo no está asociado necesariamente al coste.
Cuando hablamos, como es el caso de lugares en los que pasar unos días de asueto, para mí el lujo está en la tranquilidad, el buen ambiente, el trato…la ubicación y las vistas.
Y el lugar al que me refiero reúne todas esas características y las supera con creces. Me refiero a un establecimiento a medio camino entre una casa rural y un hotel ubicado en Marbella en las faldas de la sierra en la subida a Ojén. Su nombre es The Urban Villa  ( http://www.theurbanvilla.es/ ) .
 


Es un alojamiento pequeño y coqueto, que cuenta sólo con cinco habitaciones, magníficamente equipadas, decoradas y espaciosas todas ellas, y a un precio más que sugerente.

Colgado en una de las laderas del valle, desde las más que generosas  terrazas de las habitaciones  se tiene una vista realmente impresionante de toda la ciudad y del mar, contemplando las cuales pude disfrutar al atardecer de algunos de mis inseparables habanos.

El trato es más que exquisito y agradable, y su gerente, Linda, hace que uno se sienta realmente en su propia casa, pues sabe crear un ambiente perfecto combinando  discreción y familiaridad.

Desayunar cada día en la terraza del comedor disfrutando del aire marbellí es algo indescriptible, y el detalle de poder disponer de cenas personalizadas en las cuales un cocinero prepara un menú exclusivo para quien así lo desee en ese mismo lugar el algo que en mi opinión, sencillamente no tiene precio.

La piscina, pequeña y rodeada de vegetación concede otro plus a este magnífico lugar.

La estancia la complementamos con varias escapadas entre las que quiero destacar la que hicimos a un restaurante japonés de nombre Ta Kumi (http://www.restaurantetakumi.com/ )  Otro lugar altamente recomendable donde la calidad del servicio y la comida van de la mano y con una relación calidad precio excepcional.
                                                                   

En definitiva, unos días maravillosos que disfrutamos en un entorno privilegiado que nos ofrece mil y una posibilidades y en el mejor de lo ambientes.
Para finalizar me gustaría desde este espacio dar las gracias de nuevo a Linda por su amabilidad y trato, sin duda regresaremos, porque realmente fue Todo un placer.

domingo, 29 de junio de 2014

LECCIÓN DE VIDA


Hoy me siento a escribir las que hasta la fecha son las líneas más difíciles de mi vida, difíciles porque lo hago desde el vacio, la nostalgia, la tristeza… pero a la vez también lo hago con esperanza.

Siempre he dicho que los habanos son unos excelentes compañeros en los momentos alegres, para compartir con los amigos, magníficos acompañantes de tertulia… pero también lo son a la hora de reflexionar, de quedarnos solos con nuestros pensamientos… y en este momento, por que no decirlo, bastante duro, a la vez que se va quemando mi cigarro, mi única compañía,  fluyen hacia mi mente pensamientos y recuerdos de quien se ha ido.
 

Una pérdida siempre es difícil, pero cuando quien se va es quien ha marcado tu vida desde tu primer aliento, quien sabes que con mejor o menor acierto pero siempre con buena voluntad ha dado lo mejor de si para llevarte a donde estas, a quien debes lo mucho o poco que has conseguido y desde luego todo lo que eres… el nudo se hace muy complicado de deshacer.

Solo han pasado unos días, y, aunque parezca una incongruencia, parece haber pasado una eternidad y al mismo tiempo no terminas de creértelo. Te reprochas lo que no has dicho, lo que no has hecho, el no haber podido estar junto a él en ese trance, o al menos haberle hablado o visto una vez más… y las lágrimas pugnan por salir, pugnan por salir y las evitas porque sabes que una vez afloren no podrás contenerlas, porque nada puede hacer que se detenga, porque nada puede reparar la pérdida y porque no hay segundas oportunidades para decir lo que no se ha dicho, hacer lo que no se ha hecho.

Y mientras las volutas de humo que suben se mezclan con las imágenes y los recuerdos, esos reproches que uno se echa encima se tornan en necesidad de escribir, de escribir para al menos de este modo decir lo que nadie le dijo, reconocerle lo que ni yo mismo supe hacer, y agradecerle lo que nunca llego a oír.

Decirle que le echo de menos, que siempre, en mis largas estancias por lejanas tierras nunca deje de acordarme de él, reconocerle su intención, su labor, todo lo que me dio, y agradecerle su esfuerzo. Porque aunque tal vez nunca supo ser muy expresivo, y eso es algo de lo que yo tampoco puedo presumir, supo demostrar lo que sentía como se hacen las cosas cuando se hacen de verdad, con hechos y no con palabras.

Y hasta en este último momento ha sabido irse enseñándome. Enseñándome que no podemos perder una sola ocasión de demostrar nuestros sentimientos a aquellos que queremos de verdad, y que los únicos besos que recuerdas para siempre y los únicos “te quiero” que no olvidad jamás son aquellos que no diste, son aquellas palabras que no pronunciaste.
Hoy no puedo terminar como de costumbre, pero si quiero hacerlo diciendo algo que si es todo un placer. GRACIAS. TE QUIERO.

martes, 22 de abril de 2014

DE RECETAS. ROJO PASIÓN


Vuelvo hoy al campo de las recetas con otra de esas propuestas muy sencillas y válidas para cualquier ocasión. Además, el complemento elegido es un auténtico comodín para todo tipo de carnes.

La idea era buscar una opción, sencilla como he dicho, y que no necesitara de mucha elaboración, pues la mañana del domingo se presentaba ajetreada y no cuadraba un menú que nos demandara demasiada dedicación.
Por ello la opción fue una pechuga de pavo al horno, condimentada además de un modo muy simple.
La pieza que elegí fue una pechuga completa, sin deshuesar y a la que le deje la piel.
Como condimento, simplemente la regué con aceite de oliva y le añadí un poco de tomillo, unos tomates secos y unos cuantos dientes de ajo. Sazoné y la introduje en el horno a 180º durante poco más de una hora.
El acompañamiento requirió algo más de elaboración pero no mucho. Me decanté por preparar una salsa de frutos rojos. Aquí he de confesar que hube de improvisar, pues la idea inicial era preparar una salsa de arándanos, pero por circunstancias descubrí tarde que no tenía suficientes. Pero el “plan B” salió a la perfección.

Para elaborar la salsa emplee unos 300 gr de frutos rojos, concretamente grosellas, arándanos y frambuesas. 200gr de azúcar moreno de caña, un vasito de vinagre de Módena, un vasito de oporto y unos 80gr de mantequilla.
Se ponen los frutos rojos en una cacerola junto con el azúcar, y dejamos que estos se caramelicen a fuego medio.
                                               
Una vez caramelizados los frutos añadimos es vinagre, el vino y la mantequilla, y solo hemos de dejarlo todo reducir a fuego lento durante aproximadamente media hora .
Y ya está. Ya tenemos nuestro complemento ideal, en este caso para una deliciosa pechuga de pavo al horno, pero que podemos usar para acompañar todo tipo de carnes.
Un Faustino I Gran Reserva del año 2000 fue el acompañante perfecto para una comida sencilla pero sabrosa, y el colofón lo puso a la sobremesa, como no podía ser de otro modo, un habano de los imprescindibles en mi humidor y que ya ha sido protagonista de uno de los artículos de este espacio. Me refiero a un Vegas Robaina Unicos.
                                                     
Pero volviendo al asunto que nos ocupa, la receta, les animo a atreverse con esa salsa. Les aseguró que será todo un placer.
 


 

domingo, 30 de marzo de 2014

DE MARIDAJES. BULERIAS A RITMO DE SON


Hoy llego a este espacio dispuesto a compartir un momento y un maridaje que considero prácticamente inigualables.

Después de un agradable paseo con un tiempo primaveral increíble y una comida más que satisfactoria, a la sobremesa me esperaban dos autenticas joyas.

El cigarro elegido, una de las pirámides de referencia en el vitolario y que tuve la suerte de conocer hace ya varios años cuando fue presentado en España de la mano del Club Pasión Habanos. Me refiero al Partagás Serie P 2. Y el destilado, un brandy muy especial y al que además tengo especial afecto por proceder de la tierra que me vio nacer y por haberme acompañado durante mi periplo por tierras de Asia central hace ahora dos años.

La vitola de galera del cigarro es Pirámides, con una longitud de 156mm y un cepo 52. Un cigarro muy bonito, con la elegante anilla roja de la marca y una hermosa capa carmelita.

En frio nos deja aromas a tabaco intenso, tierra y cuero.

El brandy es una autentica maravilla. La evolución de un clásico de las bodegas Gonzalez Byass que ha sabido dar un toque especial y exclusivo al ya de por si excepcional brandy Lepanto, brandy que me trae muchos recuerdos, pues casi desde que tengo uso de razón lo he visto en las vitrinas de casa y en manos de mi padre. Me estoy refiriendo al Lepanto PX.

Es este un brandy que añade a los doce años de añejamiento en botas que previamente han contenido Tio Pepe, otros tres años en botas cuyo contenido previo ha sido nada más y nada menos que el mejor Pedro Ximénez de la bodega, Noé, un vino por cierto para el cual faltan palabras a la hora de describirlo.

Este brandy, de color ambar oscuro con algunos ribetes caoba, es muy limpio en fase olfativa, dejándonos profundos recuerdos a madera, muy suave y sedoso. En boca es extremadamente elegante, ligeramente abocado, con recuerdos a pasas y un leve retrogusto a frutos secos finalizando con alguna nota a cacao.

Para terminar de cerrar el circulo, durante este momento casi perfecto, el ambiente lo completó como no podía ser de otro modo una recopilación de son cubano de la mano de Compay Segundo.

El corte del cigarro lo efectué con un cortapuros de doble hoja, y el encendido con un encendedor torch de tres llamas.

Las bocanadas fueron amplias y muy aromáticas desde el primer momento. Al inicio percibí ciertas notas amargas con recuerdos a tierra y especias.

En este punto inicial de la fumada, la combinación con el brandy nos adelanta ya una muy prometedora conjunción de sabores. Al mezclar ambos nos deja en boca un agradable sabor que recuerda al que nos queda cuando saboreamos un poco de chocolate negro amargo.
                                                      

En el segundo tercio desaparecen prácticamente esas puntas amargas, haciéndose patente la madera y algunos recuerdos tostados. En este punto, la experiencia comienza a acercarse a la perfección, y el sabor intenso a tabaco y la fuerza del brandy se conjugan para dejarnos una sensación suave y aterciopelada como pocas veces podemos llegar a percibir.

Ya en la última parte de nuestro cigarro notamos como aumenta la fortaleza e intensidad de los sabores, apreciándose la tierra y las especias, así como el sabor intenso a tabaco. Pero esa intensidad queda elegantemente atemperada por el suave dulzor del brandy.
Y así, lentamente, entre los acordes de esa maravillosa música cubana, el aroma del cigarro y la elegancia del brandy, pase la sobremesa deleitándome con un maridaje que realmente recomiendo probar y que me regaló un momento que ha sido todo un placer.
 
 

domingo, 16 de marzo de 2014

DE RECETAS. CON SABOR ITALIANO ( II )


Hoy volvemos de nuevo al mundo de la cocina con una receta tan sencilla como sabrosa. Y por que no decirlo, que a más de uno sorprenderá.

Son muchas, decenas, tal vez cientos las formas diferentes que hay para preparar la pasta, y una de las más comunes es a la carbonara. Pero este modo de preparación, cuando se trata del tradicional, dista mucho de aquel al que estamos habituados y que es el más extendido. De hecho ha despertado mi curiosidad el origen de esa desviación de la receta original.

Generalmente asociamos carbonara con nata, y nada más lejos de la realidad. La carbonara tradicional es mucho más simple y más sabrosa.

Para preparar la salsa necesitamos 4 huevos, 100 gramos de panceta, 80 gramos de queso parmigliano regiano o pecorino ( en mi caso use el parmigliano ), pimienta negra molida, un par de dientes de ajo, sal y aceite de oliva.

Como he dicho es una receta muy sencilla, pero al mismo tiempo podríamos calificarla de exigente, pues no admite ninguna concesión a la hora de los tiempos.

En primer lugar ponemos en una cacerola agua a hervir y le añadimos un pequeño chorro de aceite. Mientras el agua alcanza el punto de ebullición cortamos los dos dientes de ajo y los pasamos por una sartén con aceite de oliva. El tiempo justo para que se doren y dejen su aroma.

Troceamos la panceta y la doramos en el aceite donde hemos hecho lo propio con el ajo.  Una opción es añadirle un poco del agua con la que estamos cociendo  la pasta y una cucharadita de mantequilla un par de minutos antes de que la pasta está al dente. De este modo conseguiremos mantecar un poco la panceta.

Una vez dorada la panceta y mientras la pasta alcanza su punto, separamos las yemas de los huevos y las batimos junto con la pimienta y el queso, reservando un poco de este para decorar el plato.
                                                                            
Es importante utilizar pasta de calidad y respetar los tiempos de cocción de esta, evitando que se nos pase.

Una vez la pasta este en su punto llega el momento más importante de esta elaboración.

Escurrimos la pasta y la mezclamos inmediatamente con las yemas de los huevos, de tal modo que estas se cocerán con el calor que emana esta.

Servimos en el plato y le añadimos la panceta y un poco del queso que habíamos reservado y de pimienta. Yo le añado un para rematar poco de sal Maldom.
                                                        
 Y ya tenemos nuestro sencillo pero delicioso plato de pasta a la carbonara. Como dije al principio una elaboración esta que no tiene nada que ver con la que estamos acostumbrados pero que les aseguro que será todo un placer.
 

domingo, 2 de marzo de 2014

DE MARIDAJES. PLENA MADUREZ


Llegó un nuevo fin de semana y una vez más mi visita al estanco me proporcionó un nuevo reto.

En este caso,  y cayendo en la tentación de adentrarme en el mundo de las novedades no pude evitar hacerme con varias unidades de un cigarro que por ahora culmina una gama que me ha proporcionado no pocas satisfacciones y momentos inigualables.

Me refiero al Montecristo Doble Edmundo.

En primer lugar, y para ser completamente honesto, he de decir que hace ya algunos años, cuando los primeros Montecristo Edmundo llegaron a las estanterías de nuestros estancos mi sentimiento después de probarlos fue de decepción, opinión que compartieron conmigo varios aficionados . Sin embargo, y con el paso del tiempo el cigarro fue ganando en características y sensaciones, llegó su hermano pequeño, el Petit Edmundo, y se repitió la historia, pero desde entonces hasta hoy han evolucionado de tal forma que al menos en mi caso, se han convertido en unos de esos cigarros cuya presencia es constante en mi humidor.

Y ahora, ha llegado la madurez de la serie  con un cigarro que en mi modesto entender está llamado a convertirse en toda una referencia de la marca, a la altura de los grandes cigarros míticos de esta, como puede ser el Montecristo nº2.

El Gran Edmundo es un cigarro cuya vitola de galera es “Dobles”, con una longitud de 155mm y un cepo 50.

Una de las primeras cosas que nos llaman la atención a la vista es la nueva anilla, en la que destaca la flor de lis con un pequeño relieve y en dorado. Su aroma en frio me deja recuerdos a madera, cuero y cacao.

Es un cigarro de aspecto bonito, elegante, suave al tacto y esponjoso.

Para acompañarlo elegí un single malt  a la altura de las circunstancias, un Glenlivet 18 años.
                                                                                      

Es este un destilado muy singular y elegante, con un bonito color oro viejo. En nariz nos deja recuerdos florales con notas dulces, a toffee, cacao y pasteleras.

En boca es complejo y elegante, siendo muy suave y agradable, repitiendo esas notas dulces, a caramelo y teniendo un final largo y con un leve toque seco.

El cigarro nos deja desde el primer instante una bocanada amplia y untuosa, apareciendo en el primer tercio algunas puntas dulces, a madera  y leves recuerdos a cacao. En este periodo el malta predomina ligeramente sobre el cigarro, acentuando esas notas amaderadas y dejándonos algún punto salino.
La combustión y el tiro son sencillamente perfectos desde el primer momento, no siendo necesario rectificación alguna durante toda la fumada.

La evolución del cigarro es lineal y estable, e incluso es dificil apreciar notas muy diferenciadas en los diferentes tercios mas allá de percibir como van acentuándose los sabores percibidos durante el primer tercio, pero siguiendo una línea ascendente en sensaciones y alcanzando un punto muy especial . Es aquí cuando empezamos a percibir la magnífica combinación de este cigarro con el destilado. Las puntas dulces y de cacao del Montecristo combinan a la perfección con el caramelo y las notas pasteleras del whisky, dejándonos una sensación en boca muy redonda  y agradable.
                                                             

Ya en el tercer tercio, donde el cigarro nos muestra toda su fortaleza, los sabores se hacen mucho más patentes, volviéndose más cremoso y dejándonos el característico aroma de los Montecristo. Y aquí continúa ese perfecto balance entre nuestro habano y el malta elegido, haciéndonos tener esa sensación que todos en algún momento hemos tenido de desear que nuestra fumada no acabe y haciendo que la hora casi y media que dura este cigarro se nos haya hecho más corta de lo deseable.

Pero sin duda esta es una muy recomendable sensación, pues por un lado es señal de un maridaje muy acertado, y por otro ya que nos quedamos con ganas de más de seguro repetiremos este momento que ha sido como siempre, todo un placer.