jueves, 30 de enero de 2014

DISFRUTANDO EN CASA


Después de meses sin volver y tras un periodo ajetreado y lleno de cambios y nuevas experiencias, cambiamos las temperaturas gélidas del norte de Europa y el cielo permanentemente cubierto por la incomparable luz de la ciudad de Málaga y su agradable clima.

Y todo para poder pasar al menos la Navidad con los nuestros disfrutando con ellos de un merecido aunque breve descanso.

Muchas eran las cosas que anhelábamos y echábamos de menos, sobre todo si nos referimos al apartado gastronómico, pues no deja de ser una gran verdad cuando decimos que no somos conscientes del tesoro que significa la gastronomía y los productos de que disfrutamos en España. 

Con todo esto, quiero aprovechar hoy este espacio para referirme a un local pequeño, pero muy agradable y coqueto, que llevaba mucho tiempo queriendo visitar, pero que por diversas circunstancias ( principalmente porque en varios de mis intentos era imposible lograr ni siquiera un sitio en la barra ), hasta el momento no había tenido la ocasión ni el placer de hacerlo.

Se trata de una taberna de nombre taurino, el Volapié. ( www.tabernadelvolapie.com )
 

Está situada en una de las zonas más concurridas de Málaga, concretamente en calle Strachan, junto a la archiconocida calle Larios.

El local no es muy grande, pero si muy acogedor, dispone de una agradable terraza de la que es una delicia disfrutar incluso en invierno.

El personal que nos atendió lo hizo magníficamente y la carta, aunque no demasiado extensa, lo cual en la mayoría de las ocasiones lo considero un acierto, muy completa y con algunas referencias dignas de recordar y repetir, como fue el caso del atún ahumado con mermelada de tomate o los sencillos pero espectaculares mejillones al vapor. 
                                                                                     
He de decir que la primera experiencia fue tan grata que a los tres días regresamos con algunos familiares para poder compartir con ellos nuestro descubrimiento. 

Como he mencionado tanto el atún ahumado  como los mejillones nos sorprendieron muy gratamente, y no pudimos dejar de pedirlos en nuestra segunda visita, platos que acompañaron una no menos acertada Berza de Jerez ( plato obligado pues el autor de estas líneas nació en dicha ciudad ) y unas croquetitas de rabo de toro.

Todo ello regado con un Carramimbre Roble muy correcto. 

Por supuesto, a la comida siguió una interesante sobremesa en otro de los lugares emblemáticos de la Málaga actual y que es también de obligada visita cada vez que regreso, me refiero, como no,  al muelle1.

Es un autentico lujo poder disfrutar en pleno mes de Diciembre de una terraza, música en directo…y todo ello acompañado de una copa de Lagavulin 16 y un H. Upmann Magnum 50.

Desde luego, y más que nunca, todo un placer. 

domingo, 12 de enero de 2014

DE MARIDAJES. PALABRAS MAYORES


De nuevo regreso  al mundo de los maridajes con una propuesta realmente contundente y que se ajusta perfectamente al título que encabeza estas líneas.

En esta ocasión y para una larga sobremesa después de una comida aparentemente sencilla pero no por ello menos sorprendente, el cigarro elegido ha sido un H. Upmann nº2 y su acompañante un brandy que ya ha ocupado algunas líneas en este espacio y que es ,sin lugar a dudas, uno de mis preferidos. Una auténtica joya que por desgracia no es muy fácil encontrar, pero que fue uno de los regalos con los que los Reyes Magos tuvieron a bien obsequiarme hace una semana. Me refiero naturalmente al Brandy 1895 Gran Reserva elaborado por  destilerías El Tajo.
                                                                                           
                                                                             

El cigarro es una vitola de galera pirámides, con un cepo 52 y una longitud de 156mm.

A la vista es un cigarro de los que considero elegantes, y mucho más con la nueva anilla de la marca; su capa color carmelita maduro y su tacto suave y esponjoso nos adelantan ya que se trata de un cigarro muy bien elaborado, aun siendo una de las vitolas que requieren más oficio. Su olor en frío nos trae recuerdos vegetales a madera  y a cuero, y su tacto es suave y esponjoso.

El corte lo efectué con un cortapuros de doble hoja y el encendido con un encendedor torch de tres llamas.

Desde el primer momento el tiro fue perfecto, así como la combustión, que sólo necesitó de unas pequeñas correcciones en el último tercio.

Las primeras bocanadas ya fueron amplias y sabrosas, y el primer tercio me dejó recuerdos tostados y a frutos secos con algunas puntas dulces y amaderadas. La combinación con el brandy es muy armoniosa desde el primer momento, y el dulzor de éste conjuga a la perfección con la madera y los recuerdos tostados que he mencionado.

En el segundo tercio la fortaleza aumenta levemente, pasando a ser media, y aumenta la madera  tornándose mucho más sabroso y las bocanadas muy aromáticas. El brandy marida mejor aun si cabe, pues los sabores de ambos van muy parejos y no destaca el uno sobre el otro, haciéndose la combinación  de lo más agradable.
                                                                       

El tercer tercio mantiene la fortaleza media y los sabores generales, eso sí, algo más acentuados y untuosos.
Una fumada de las que nos dejan con ganas de más y un maridaje que sin lugar a dudas es todo un placer.
 

martes, 7 de enero de 2014

DE RECETAS. CON SABOR ITALIANO


Comienza un nuevo año y quiero hacerlo dejando una receta tan sabrosa como fácil. Solo tiene un pequeño punto de dificultad pero que con un poco de atención puede superarse, y es lograr el punto adecuado del arroz.

Para elaborar este risotto de setas emplearemos un litro aprox. de caldo de pollo o de verduras, una cebolla mediana, setas, que en mi caso fueron un variado de setas de temporada, pimienta, dos dientes de ajo, sal, mantequilla, aceite de oliva, queseo parmesano rallado ( yo me tome la libertad de añadir también un poco de queso pecorino romano ), y por supuesto arroz.


En este punto es recomendable hacerse con alguna de las variedades de arroz específicas para esta preparación, que en mi caso fue arroz de la variedad Arborio, aunque también tenemos las variedades Baldo, Maratelli y Carnarolli.

Pero vayamos ya directamente a la elaboración.

En primer lugar cortamos la cebolla muy fina y troceamos las setas.

En una cazuela ponemos un poco de aceite de oliva y añadimos las setas para que se vayan dorando. Al poco incorporaremos los dientes de ajo y la cebolla.

Cuando la cebolla este ligeramente transparente añadimos el arroz y la mantequilla y lo doramos un poco junto con el resto de ingredientes.

                                       

Poco a poco incorporamos el caldo de pollo y medio vasito de vino blanco, y dejamos reducir lentamente.


Iremos añadiendo caldo poco a poco y dejando reducir hasta que comprobemos que el arroz ha alcanzado su punto. En ese momento añadimos el queso y removemos todo suavemente para permitir que este se derrita con el calor que ha quedado en el arroz y ligue perfectamente con este.
Y ya tenemos listo nuestro plato. Una receta sencilla y que solo necesita como dije al comienzo un poco de atención.



                                                                        
Como acompañamiento yo me decanté por un Vin de Pays Dóc, Viognier 2011 Domaine Delas, elección que fue del todo acertada, pues su suavidad y notas afrutadas fueron una combinación perfecta para el risotto.

Una propuesta que una vez más les aseguro que será todo un placer.