Hace
tiempo que quería hacer protagonista de este espacio a un cigarro que a pesar
de no llevar demasiado tiempo en nuestros estancos, se ha convertido, en mi
opinión, en todo un clásico, permanente huésped de mi humidor, y que así mismo
ha dado lugar a toda una serie de cigarros a cual mejor. Me refiero al
Montecristo Edmundo.
Pero
tal y como reflejo en el título, y fruto de mi visita semanal al estanco, he
decidido cambiar de planes.
Cuando
entre en la cava estaba dispuesto a adquirir varias unidades del Edmundo para
poder realizar la cata correspondiente, pero estaba observando las estanterías
dedicadas a la marca cuando me encontré con una sorpresa. En una caja vacía
quedaba un solitario Montecristo 520 Edición Limitada 2012. Hacía tiempo que no
los veía, y en su día solo tuve la oportunidad de probar un par de unidades.
Así que no me lo pensé. No se cuando volveré a tener la oportunidad de hacerme
con alguno de ellos, y era tan bueno el recuerdo que me dejaron que en ese
mismo momento decidí posponer la reseña sobre el Edmundo y cederle el espacio a
este magnífico cigarro.
El
520 es un cigarro de esos que califico de imponentes a la vista, cuya planta
nos empieza a sugerir que nos encontramos ante uno de los grandes. Bonito,
elegante… que nos recuerda enormemente al Montecristo Sublime, y eso es ya un
punto a su favor.
Tiene
una longitud de 155mm y un cepo 55. Su vitola de galera es Maravillas Nº 3.
En
frio nos proporciona aromas muy intensos de tabaco y madera, con ligeros
recuerdos a café y tostados, quizá algunas notas de cacao.
La
unidad en cuestión estaba perfectamente conservada, y el tacto era firme y
esponjoso, demostrándonos una considerable cantidad de tabaco.
El
corte lo efectué con cortapuros de doble hoja, y el encendido con un encendedor
torch de triple llama.
Desde
el inicio de la fumada es muy intensa y agradable, y su cepo nos facilita
enormemente esta proporcionándonos un gran tiro.
La
fortaleza del primer tercio la calificaría de suave, toda una sorpresa, desde
el primer momento los sabores que apreciamos son la materialización de los
armos percibidos en frio.
Según
vamos avanzando comenzamos a apreciar más la madera, y comienzo a tener esa
sensación de que por mucho que dure la fumada, siempre me sabrá a poco.
Ya
en el segundo tercio, las bocanadas, amplias, sabrosas y untuosas nos llenan la
boca con la madera, las notas de café y cacao amargo y puntas con recuerdos a
heno y tostados. La fortaleza aumenta levemente y el aroma lo inunda todo. Es
un cigarro muy aromático.
Iniciamos
el tercer tercio con tristeza, tristeza de que este magnífico habano se
aproxima a su final. Y durante ese último tramo su fortaleza aumenta
sensiblemente, del mismo modo en que todos los sabores se intensifican haciéndome
disfrutar increíblemente.
Y
tras casi hora y media de disfrute la fumada toca a su fin, dejándome la
sensación de haber saboreado uno de los grandes. Un cigarro que sin lugar a
dudas está a la altura de los mejores. Un cigarro que degustarlo es todo un
placer.