Vuelvo hoy a escribir sobre uno
de esos momentos sencillos pero irrepetibles. Y como no, momento en el que me
ha acompañado un cigarro, en este caso, he de decir, de los más bonitos del
vitolario.
Pero antes quisiera hacer un
comentario. Han sido varias las personas que me han preguntado cómo es que todas
mis reseñas son siempre positivas, como es que nunca tengo un pero o una mala
opinión sobre un cigarro, un destilado, un restaurante o un lugar de los que
visito.
La respuesta es bien sencilla, en
ningún caso pretendo arrogarme el papel de crítico, creo que ya hay demasiados
ejerciendo esa labor, y por otro lado, si lo hiciera, este espacio dejaría de
ser lo que es, un lugar donde compartir mis experiencias, mis buenos momentos,
mis sensaciones en torno al mundo del habano o la gastronomía con la única
finalidad de despertar buenas inquietudes en aquel que se asome a esta pequeña
ventana al mundo de los pequeños placeres.
Y dicho esto, vamos al tema que
nos ocupa hoy.
Después de una semana bastante
movidita, podríamos decir, por diversos motivos, llegó el momento del relax y
el disfrute. Y para ello decidí dedicar la tarde a nada menos que tres de mis
aficiones, y simultáneamente. Para la primera, que como es evidente son los
habanos, escogí un cigarro, como ya he dicho antes, realmente bonito. Un Cuaba
Exclusivos. El momento lo completé con un buen libro histórico, centrado en la
batalla de Alarcos, y como colofón, por aquello de mi reciente estancia en
Viena, con las notas de la Sinfonía nº1 de Mozart.
Era evidente que semejante
combinación no podía fallar, y no lo hizo.
El cigarro es un doble figurado
con una capa colorada suave y de aspecto ligeramente aceitosa. Tiene una
longitud de 145mm y un cepo 46. Su vitola de galera es Exquisitos. Y desde
luego el cigarro hace honor a esta denominación.
El encendido en este tipo de
cigarros no ofrece dificultad alguna, si bien hemos de ser extremadamente
cuidadosos a la hora del corte para lograr una combustión pareja durante toda
la fumada.
Desde el primer momento, sus
bocanadas se mostraron amplias, untuosas y sabrosas. Revelando así mismo desde ese
instante sus características de cigarro muy aromático.
Encuentro desde el principio
tonos muy melosos, combinados con profundos recuerdos vegetales y algunas notas
de madera y pimienta. Es un cigarro con una fortaleza aceptable.
El momento está siendo tal y como
esperaba, la lectura me tiene totalmente absorto, y las notas de la suave banda sonora que me acompaña parecen
elevarse cabalgando sobre las volutas
del humo de mi cigarro.
El cigarro evoluciona de un modo
espectacular, y mientras la lectura me traslada a los tiempos en los que la
derrota en Alarcos dejó tal huella en el rey Alfonso VIII que marcó el camino de la victoria en las Navas de
Tolosa, percibo más persistente la madera, el sabor a tabaco, ciertas puntas
ahumadas y dulces que me traen recuerdos a regaliz.
La fortaleza del cigarro se hace
palpable según voy avanzando por su último tercio, no ha sido necesario
maridaje alguno, solo un humilde vaso de agua para aclarar de vez en cuando las
papilas, y poco a poco voy siendo consciente de que tan especial momento de
deleite se acaba, pero dejándome la firme convicción de que acabo de descubrir
a otro de los imprescindibles en mi humidor.
Una vez más puedo decir sin lugar
a dudas que ha sido un momento que ha sido todo un placer.