domingo, 16 de octubre de 2011

ESCUDERO CON ALMA DE CABALLERO

La vida esta llena de pequeños momentos, simples, aparentemente sin importancia pero que a la postre son los que nos llenan de satisfacción y probablemente los que más recordamos y añoramos cuando no podemos tenerlos.
Y la tarde noche del domingo pude disfrutar de uno de esos momentos.

Como es mi costumbre, en la terraza, pues la temperatura aún me permite ese lujo, y como compañía, dos clásicos, por un lado un Sancho Panza Belicoso, todo un veternao del vitolario cubano, y por otro, la música de Pink Floyd. Un antiguo disco que hacía tiempo que no escuchaba y que a parte de traerme recuerdos de una de mis numerosas y prolongadas estancias fuera de España, durante la cual lo descubrí, era ideal para el momento.

El cigarro es algo tosco de aspecto pero bonito, de tacto perfecto, capa carmelita madura y profundo aroma en seco a tabaco, cuero y notas de chocolate.
Su vitola de galera es Campana, con un cepo 52 y una longitud de 140mm.

                                   
Efectué el corte con mi inseparable cortapuros de doble hoja, un regalo que me acompaña desde hace ya más de tres años. Al ser este cigarro un figurado, el corte es algo fundamental, pues de el dependerá en parte tanto el tiro como la fortaleza. Cuanto más cercano de la parte estrecha más fortaleza ganará el cigarro. Yo,  he de decir, que soy de los que buscan siempre ganar en fortaleza.

Lo encendí con un  encendedor torch Xikar y desde la primera bocanada comencé a disfrutar de un magnífico cigarro.
Una característica de este cigarro es la contundencia de la explosión de sabores que percibimos desde el primer momento, sabores que en este comienzo son algo terrosos, con notas de madera y alguna punta dulce.


Según avancé en la fumada los sabores se hicieron más intensos, aumentando las puntas dulzonas, el sabor intenso a tabaco y la madera.

La parte final de la fumada llegó junto a los acordes de Learning to Fly, y así, prácticamente volando, pude apreciar ese sabor a tabaco con recuerdos a cacao, intenso y aromático, envuelto en las volutas azuladas de humo y en la música, haciéndome pasar un momento indescriptible. 

Una fumada, en definitiva, de lo más placentera, tanto por el cigarro como por el ambiente que me rodeó. Sin duda, y una vez más, todo un placer.

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