sábado, 22 de septiembre de 2012

DE MARIDAJES. CON PERSONALIDAD


De nuevo regreso a este espacio para compartir el último maridaje que he tenido ocasión de realizar y que me ha proporcionado un momento realmente placentero.

Después de una comida en familia en la que hemos disfrutado de una espectacular fideuá, regada con un vino que no puedo dejar de recomendar, un Protos verdejo 2011, decidí rematarla con una de las pequeñas joyas de mi humidor.
                                                                       

Se trata de un Partagás serie D nº 5 edición limitada 2008.

Su vitola de la galera es petit robustos, con una longitud de 110mm y un cepo 50.

Su aspecto es ya de por si un adelanto de lo que nos espera después. Un cigarro elegante con una capa madura, tacto esponjoso y con aromas en frio en los que predominan la tierra y el tabaco sobre cualquier otra percepción.

Para acompañarlo la elección ha sido otra perla de mi pequeña bodega. Un brandy no muy extendido pero que es también toda una joya, y al que me une una relación muy especial por mi vinculación familiar al enólogo responsable de su creación hace ya mucho años.

Se trata del brandy gran reserva 1885 de bodegas Lopez Hermanos.

Este brandy tiene una crianza de de 20 años en botas de roble americano que previamente han contenido vinos Pedro Ximenez durante más de 30 años.

De color caoba oscuro, limpio y brillante, en nariz nos trae recuerdos a vinos de Málaga, con notas avainilladas y recuerdos a frutos secos y tostados.

Es muy redondo en boca y de paso suave.

El corte lo efectué con un cortapuros de doble hoja, y el encendido con un encendedor torch de triple llama.
                                                                         

La combustión es excelente desde el primer momento, y durante toda la fumada solo fue necesaria una pequeña rectificación.
Las bocanadas son extremadamente sabrosas desde la primera, desvelándonos la gran personalidad de este cigarro.
En boca apreciamos sabores con recuerdos a tostados, algo terrosos y algunas notas de madera, así como un levísimo amargor que va desapareciendo paulatinamente.
En los primeros momentos, la combinación con el brandy nos deja un patente predominio de este, algo por otro lado perfectamente normal. Pero según avanzamos en la fumada los sabores se van conjuntando y equilibrando según notamos como aumenta la fortaleza del cigarro y el sabor a tabaco, acabando a partir del segundo tercio en toda una explosión de sabores y sensaciones que nos deja una cremosidad poco común y algunas notas pasteleras muy agradables.
La combinación del tercer tercio con el brandy es sencillamente perfecta, dejándonos sensaciones muy suaves y agradables.

Un maridaje que recomiendo sin duda alguna y que revela la acusada personalidad de ambos.

No dejen de probarlo, puedo asegurar que será todo un placer.

domingo, 16 de septiembre de 2012

EL RETIRO SOÑADO


No hace mucho, en un  post reciente, hice referencia o uno de esos lugares que considero “especiales”. En este caso, no es solo por lo que significa en lo personal y por todo lo que he vivido en él, sino porque es uno de esos lugares, que a simple vista no ofrece nada fuera de lo común, pero que tiene un encanto especial. Y tal vez ese sea su mayor encanto, que es un lugar muy común, donde uno puede perderse, pasar totalmente inadvertido, llevar una vida simple y disfrutar de los pequeños placeres cotidianos que se nos ofrecen cada día.

El lugar en cuestión es La Cala del Moral. Un pequeño pueblecito situado en la costa malagueña, a tan solo unos doce kilómetros de la capital y perteneciente al municipio del Rincón de la Victoria.
                                                              

Allí llegue por primera vez en el verano de 1985, y desde entonces no he dejado de volver ni un solo año.

Es un pueblo de ambiente familiar, afortunadamente aún no masificado ni siquiera en los meses de verano, que aún conserva la mayoría de las pequeñas casas de pescadores que antiguamente eran sus únicos moradores.

Desde su paseo marítimo se tiene un vista privilegiada de la bahía de Málaga.
                                                                                 

Sus playas han sido testigos de mis inicios en el mundo de la pesca, otro de mis hobbies, no siempre con igual fortuna en mis lances, y aun hoy día suelo pasar alguna que otra tarde buscando la picada de herreras, sargos o palometas.

En una ya lejana mañana de  agosto me encontraba allí cuando me dieron una de las noticias más importantes de mi vida y que marcaría el inicio de mi carrera profesional.

También es el lugar donde conocí a la que hoy es mi mujer, y en su pequeña iglesia, que pude ver como se levantaba desde sus cimientos, gracias al esfuerzo y tesón de D. Manuel,  fueron bautizadas mis hijas.

He tenido la gran fortuna de observar de niño como se recogía el copo, tradicional arte de pesca malagueña, incluso en alguna ocasión mis manos colaboraron a tan esforzada tarea, teniendo como recompensa el ver los cubos llenos de los exquisitos y codiciados chanquetes.
                                                         

Como queda patente, es un lugar muy importante y especial para mí, tanto que si algo tengo,  o mejor dicho, tenemos claro a estas alturas de nuestra vida, es que es el lugar en el que pasaremos nuestros días de retiro. El lugar donde espero poder relajarme cada día y disfrutar de mis habanos ya sea a la orilla del mar esperando esas codiciadas herreras o ya sea simplemente sentado disfrutando de las maravillosas vistas.

Los amaneceres, viendo salir el sol tras los acantilados de el Cantal son espectaculares, y no lo son menos los atardeceres con la bahía de Málaga al fondo.
                                                                              
Un lugar que merece la pena visitar y que no podía dejar de mencionar en este espacio.

Un lugar que es todo un placer.