De nuevo regreso a este espacio
para compartir el último maridaje que he tenido ocasión de realizar y que me ha
proporcionado un momento realmente placentero.
Después de una comida en familia
en la que hemos disfrutado de una espectacular fideuá, regada con un vino que
no puedo dejar de recomendar, un Protos verdejo 2011, decidí rematarla con una de
las pequeñas joyas de mi humidor.
Se trata de un Partagás serie D
nº 5 edición limitada 2008.
Su vitola de la galera es petit
robustos, con una longitud de 110mm y un cepo 50.
Su aspecto es ya de por si un
adelanto de lo que nos espera después. Un cigarro elegante con una capa madura,
tacto esponjoso y con aromas en frio en los que predominan la tierra y el
tabaco sobre cualquier otra percepción.
Para acompañarlo la elección ha sido
otra perla de mi pequeña bodega. Un brandy no muy extendido pero que es también
toda una joya, y al que me une una relación muy especial por mi vinculación
familiar al enólogo responsable de su creación hace ya mucho años.
Se trata del brandy gran reserva
1885 de bodegas Lopez Hermanos.
Este brandy tiene una crianza de
de 20 años en botas de roble americano que previamente han contenido vinos
Pedro Ximenez durante más de 30 años.
De color caoba oscuro, limpio y
brillante, en nariz nos trae recuerdos a vinos de Málaga, con notas
avainilladas y recuerdos a frutos secos y tostados.
Es muy redondo en boca y de paso
suave.
El corte lo efectué con un
cortapuros de doble hoja, y el encendido con un encendedor torch de triple
llama.
La combustión es excelente desde
el primer momento, y durante toda la fumada solo fue necesaria una pequeña
rectificación.
Las bocanadas son extremadamente
sabrosas desde la primera, desvelándonos la gran personalidad de este cigarro.
En boca apreciamos sabores con
recuerdos a tostados, algo terrosos y algunas notas de madera, así como un
levísimo amargor que va desapareciendo paulatinamente.
En los primeros momentos, la
combinación con el brandy nos deja un patente predominio de este, algo por otro
lado perfectamente normal. Pero según avanzamos en la fumada los sabores se van
conjuntando y equilibrando según notamos como aumenta la fortaleza del cigarro
y el sabor a tabaco, acabando a partir del segundo tercio en toda una explosión
de sabores y sensaciones que nos deja una cremosidad poco común y algunas notas
pasteleras muy agradables.
La combinación del tercer tercio
con el brandy es sencillamente perfecta, dejándonos sensaciones muy suaves y
agradables.
Un maridaje que recomiendo sin
duda alguna y que revela la acusada personalidad de ambos.
No dejen de probarlo, puedo
asegurar que será todo un placer.
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