domingo, 27 de septiembre de 2015

HOMENAJE

Hace unos días me senté frente a una hoja en blanco con la intención de proponer un nuevo maridaje y aprovechar la ocasión para rendir un pequeño y humilde homenaje recordando a un grupo de buenos amigos con los que he compartido momentos únicos, amigos a los que hace ya unos meses que no veo y con los que espero compartir muchos otros ratos de disfrute.
Son gente que realmente merece la pena, gente simple y llanamente buena; con ellos, hace ya un tiempo, tuve la ocasión de maridar el cigarro y el whisky que hoy traigo a estas líneas, y a ellos quería dedicar este artículo. A Javier, Jorge, Manolo, Miguel, Javi, Lorenzo, Adolfo, Paco, Johnny, Jesús…  pero justo cuando tenía ya esbozado el mismo recibí la inesperada noticia de que uno de ellos ya no está entre nosotros.  Y ello hizo que por un tiempo dejara de escribir en este espacio. Lo intenté varias veces, y otras tantas encontré una excusa para no decidirme a ello.
Y justo cuando me disponia a hacerlo, durante las vacaciones estivales, nos informaron de que otros de nuestros habituales se había marchado para siempre.
Así que aunque este artículo está dedicado, como ya he dicho a ese grupo de buenos amigos, lo está de un modo muy especial a dos tipos singulares, uno socarrón, con un sentido del humor peculiar, que disfrutaba como nadie de una buena comida, un buen vino y, como no, de un buen habano, especialmente de ese Partagás 8-9-8   que siempre nos recordaba. El otro, alguien que supo disfrutar de la vida como nadie, ambos, excelentes personas. Tenía una deuda con ellos y con estas líneas les rindo el homenaje que merecen.
Seguro que allí donde esteis ya habreis localizado una buena cava y nos contemplareis desde arriba con un cigarro en la mano.
El maridaje de hoy es muy especial, y un grupo de amigos así es merecedor de un maridaje como este.
El cigarro al que me refiero eso toda una joya del vitolario, un Cohiba BHK 56, y el destilado un single malt de mis preferidos, Caol Ila 12 años.
Ese Cohiba es realmente especial, de aspecto precioso  imponente a la vista. Su capa carmelita presenta tintes colorados y se percibe muy fina y cuidada, como no podía ser menos.
Su gran cepo facilita un tiro más que excelente, y su combustión es pareja durante toda la fumada, no ofreciendo irregularidad alguna. No cabe duda que estamos ante la máxima expresión de un cigarro Premium.


Tiene  un sabor a tabaco muy intenso, característico de la marca, adornado con leves toques amargos, a tierra y puntas especiadas. Según avanzamos en la fumada apreciamos algunas notas vegetales y tostadas, dejándonos después de cada bocanada recuerdos de cedro, frutos secos  y vainilla. Todo ello nos aporta una cremosidad realmente notable, que a mi particularmente me recuerda al que probablemente sea mi cigarro preferido, ya imposible de encontrar. Me refiero como no al Cohiba Sublimes. Cigarro junto al que he pasado momentos señalados que para siempre guardaré en mi memoria, como cuando pise España por primera vez después de haber pasado siete meses en el corazón de Africa, en la frontera entre Chad y Sudán.


El espirituoso elegido para acompañar a esta joya del vitolario es un whisky que podemos calificar con una sola palabra, Elegante. Yo, particularmente soy muy aficionado a los maltas procedentes de la isla de Islay. Son estos unos maltas muy singulares que a nadie dejan indiferente. Pero este en concreto une a sus virtudes la suavidad.


Tienes un color amarillo pálido, y en nariz desprende ese aroma ahumado tan característico de los whiskies de dicha procedencia, con toques de ceniza, clavo y un fondo yodado muy suave.
En boca percibimos ese toque ahumado, a turba y esas notas salinas que nos recuerdan a mar  en combinación un ligero toque herbáceo, siendo de paso aterciopelado y cálido.
Y son precisamente esas notas salinas y ahumadas las que en combinación con la cremosidad del cigarro conforman un maridaje realmente excepcional.

Una combinación que puedo calificar sin margen de error como una pareja de ases.  Un maridaje que pudimos disfrutar junto a nuestros amigos ya desaparecidos y que ahora he vuelto a saborear como homenaje a ellos.

Haber compartido momentos con ellos y con todos los que conforman nuestro pequeño grupo ha sido y será siempre todo un placer.






In memoriam, Adolfo y Lorenzo

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