Hace algunos años, bueno, para ser completamente sincero, algo más
que algunos, circunstancias de la vida me llevaron a trasladarme junto con mis
padres a Málaga. Y al año de estar allí, comenzamos a pasar los veranos en un
lugar, que para mi, por aquel entonces, era como cualquier otro, pero que con
el tiempo se ha convertido en mi verdadero santuario, un lugar en el que se han
gestado los momentos más importantes de mi vida, donde conocí a la que hoy es
mi mujer, lugar al que he regresado año tras año sin faltar ni uno solo, y
lugar al que sueño con retirarme cuando me llegue el momento.
Pero ese lugar será objeto de un próximo artículo. Hoy quiero
centrarme en las sensaciones que me transmitió un cigarro recomendado por un
compañero de blogs y afición.
Cigarro que pude degustar en ese maravilloso lugar que acabo de
introducir, en la tranquilidad de una preciosa noche de agosto, contemplando el
Mediterráneo y acompañándolo con un Gin Tónic.
El cigarro en cuestión es un Casa Magna Robusto Colorado, cigarro
de origen nicaragüense, con una longitud de 140mm y un cepo 52.
Su aspecto es el de un cigarro muy bien elaborado, con una bonita
capa colorada oscura, algo aceitosa y de tacto ligeramente esponjoso. Es, en mi
opinión de esos cigarros cuyo aspecto nos invita ya a degustarlo, cosa que no
ocurre con todos.
Otro aspecto a destacar es su vistosa y elegante anilla.
En frio nos trae olores con cuero muy marcado con recuerdos a café
y alguna nota especiada.
El corte fue realizado sin problemas con un cortapuros de doble
hoja, y el encendido con un encendedor torch de doble llama.
Desde el primer momento nos desvela un tiro muy correcto, y las
primeras bocanadas se muestran muy suaves y agradables.
En su primer tercio las bocanadas progresan en sabor y amplitud, dejándonos
un sabor muy marcado a tabaco, con unas leves notas vegetales y apareciendo
esas notas de cuero que apreciábamos en su aroma en frio. El aroma es muy
agradable, quedándonos al final un leve posgusto amargo.
La combustión fue casi perfecta, necesitando solo una leve
rectificación.
Ya al final del primer tercio, y comienzos del segundo la
fortaleza se incrementa sensiblemente, pero sin pasar de lo que yo consideraría
media o media fuerte, marcándose mucho más el sabor a tabaco y volviéndose un
cigarro mucho más cremoso, con pequeñas notas pasteleras y de cacao.
Los minutos iban pasando y poco a poco el cigarro iba dejándome toda
su esencia, haciéndome disfrutar del momento, de la suave música que me acompañaba
y del sonido de las olas al romper en una noche en la que el Mediterráneo se
agitaba en la costa malagueña con un leve temporal de poniente.
El momento no pudo ser más completo, y alcanzando el tercer tercio
no aprecié cambios en el cigarro, sino una reafirmación de todos los sabores ya
percibidos y un levísimo incremento de la fortaleza, dejándome la sensación de
un cigarro redondo, tan redondo como el momento del que disfruté en este
sencillo pero privilegiado enclave.
Sin duda un compañero con el que compartiré más de un rato de aquí en
adelante. Como siempre, todo un placer.
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