Como ya he apuntado en más de una
ocasión muchas veces nos obcecamos, y yo el primero, a la hora de elegir un
plato, buscando opciones muy elaboradas, originales, complicadas… buscando en
la originalidad o dificultad el éxito.
Pero muy frecuentemente es en las
elaboraciones más simples y sencillas en platos de lo más cotidiano en las que
encontramos aquello que buscamos. Y eso es precisamente lo que me ha ocurrido
hoy.
No tenía muy claro el menú, y
después de darle alguna vuelta que otra y a sugerencia de mi familia nos
decantamos por un pollo asado.
Así de primeras parecía que la
cosa no tenía muchas opciones, pero decidido a darle algún toque diferente me
puse a la tarea.
En primer lugar me ocupe de
limpiar el pollo, retirándole toda la piel. Lo coloque en una bandeja de horno
y lo regué generosamente con aceite de oliva.
Pelé cuatro dientes de ajo, los
aplaste con el cuchillo y los coloque junto con el pollo.
Después, un poco de salsa Worcester
me sirvió para “alegrarlo”, y como toque final le añadí medio vaso de vino
blanco y un vaso más que generoso de Oporto.
Solo restaba añadir sal y jugar
con el horno.
Esperé a que estuviera a 100º y
deje que el pollo se hiciera lentamente a esa temperatura unos veinte minutos.
Lo regué con su propia salsa y elevé la temperatura a 150º, dejándolo así otros
cuarenta minutos más dándole la vuelta justo a mitad de cocción.
Pasado ese tiempo volví a dar la vuelta al pollo, subí la temperatura
a los 200º y lo dejé unos cinco minutos
más para que se dorara. Y eso fue todo. Sencillo y rápido, pero con un resultado espectacular.
Para rematar preparé un fondo de
patatas fritas y sobre este coloqué el pollo, sirviendo la salsa en un cuenco a
parte para evitar que esta empapara las patatas.
Como he dicho al principio una
opción fácil y cómoda pero que nos dio una
gran satisfacción por su resultado y que animo a probar.
Como es habitual después de la
comida llegó la sobremesa, que me trajo un momento muy agradable en compañía de
un cigarro que últimamente se ha convertido en un imprescindible de mi humidor,
un Bolivar Royal Coronas Tubos que me proporcionó una fumada de casi una hora
llena de sensaciones, pero esa es otra historia…
Como de costumbre, todo un
placer.
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