viernes, 24 de junio de 2011

UNA PICA EN FLANDES


Hace varios siglos, durante el esplendor del imperio español, los tercios españoles campaban por Centroeuropa dejando una huella que aún hoy perdura. Y es curioso comprobar como una ciudad como Bruselas está llena de lugares y muestras que todavía hoy recuerdan esa época.

No ha sido mi primera visita a la capital belga, pero en esta ocasión llegué dispuesto a traerme experiencias que poder compartir con aquellos que tienen a bien seguir este blog.

Mi primera referencia será como no para la Gran Place, lugar emblemático donde los haya y uno de los máximos exponente de ese “recuerdo español”.


Después de una agradable cena en una de las decenas de restaurantes que podemos encontrar en sus proximidades, encamine mis pasos hacia esa espectacular plaza para rematar la noche con un buen cigarro.

Para disfrutarlo elegí un lugar cuyo nombre no puede ser más evocador, “Le Roy D´espagne”. Tomé asiento en su terraza y preparé el cigarro elegido para lo ocasión, un Montecristo Serie Open Master, el robusto de la gama.


Es este un cigarro de aspecto elegante a la vez que jovial. De vitola de galera robusto, con un cepo de 50 y una longitud de 124mm.

En frio apreciamos aromas a cuero y tabaco con algunos recuerdos a cacao.
El corte lo efectué con un cortapuros de doble hoja, y el encendido con mi inseparable encendedor torch.

El primer tercio me dejó algunas puntas amargas al comienzo, pero muy suaves, y recuerdos a frutos secos y heno.

En el segundo tercio el amargor desapareció casi al completo, apareciendo notas tostadas y un suave sabor a tabaco, pero manteniendo los frutos secos.

Durante la última parte de la fumada aumentó levemente la fortaleza, dejándome ciertas notas herbales pero sin desaparecer esos recuerdos a fruto secos.

Un cigarro muy agradable, suave e ideal para degustar como en esta ocasión al aire libre, con una combustión perfecta y un tiro excelente.

Mi segunda escapada me llevó a un restaurante de cocina belga llamado Scheltema, situado en la rue Dominicanessenlaan, en pleno centro de la capital belga.


Es un lugar de ambiente muy típico, con toda la esencia del lugar, bullicioso, animado pero muy confortable.
Sencillamente decorado con un predominio absoluto de la madera en todo el local. El personal es muy atento, eficaz y muy profesional, algo fundamental en lugar como este. 
Dispone de una completa carta en la que encontramos gran variedad de platos tanto de carne como de pescado, con tres opciones de menú si así lo preferimos. Tiene así mimo una aceptable variedad de vinos.

Mi elección para la ocasión fueron unos champiñones salteados con foie y como plato principal unos raviolis de cangrejo con salsa de langosta, todo ello acompañado con dos copas de vino blanco. Desde luego todo un acierto.

Una vez finalizada la cena me dispuse a dar un paseo cuando por esas casualidades del destino me encontré en las Galeries Royales frente a la Champagnoteque de Bruxelles.

Un lugar exquisito, imposible de obviar la entrada en él una vez que lo hemos visto. Y así fue. Me entretuve un rato contemplando el local, decorado con mucho gusto, y la increíble variedad de caldos que acoge.


Y no pude evitar la tentación de probar uno de ellos, así que ya que buscaba un lugar donde encender el Davidoff Special R que había elegido para la sobremesa decidí hacerlo allí. Y magníficamente aconsejado por el encargado del local, escogí una botella de Max Cochut. Un champagne sin duda algo diferente y especial, con un 80% de pinot noir y solo un 8% de azúcar.

Reconozco que no es habitual maridar un cigarro con champagne, y que incluso es algo que va contra las normas básicas de maridaje, pero he de confesar que en esta ocasión me alegro de haber roto esas normas, porque la combinación me satisfizo plenamente, pero bueno, a la postre es de eso de lo que se trata.
Fueron dos pequeños momentos en los que disfrute plenamente y que como siempre, fueron todo un placer.

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